Hoy, 27 de mayo de 2025, no es un día más para quienes llevamos la sangre albirroja.
Por Sebastián Hoffman
A los 81 años se fue Juan Ramón Verón, la Bruja, el ídolo eterno de Estudiantes de La Plata. Su partida coincide, casi como una señal del destino, con el 55° aniversario de la tercera Copa Libertadores conquistada por el club en 1970.
Verón fue mucho más que un delantero habilidoso: fue el alma de un equipo que desafió las lógicas del fútbol. Convirtió el gol, quizás, más icónico de nuestra historia: aquel cabezazo en Old Trafford que selló el empate ante el Manchester United y nos dio la Copa Intercontinental de 1968. Era velocidad, inteligencia y corazón.
Pero más allá de los títulos —tres Libertadores consecutivas (1968, 1969, 1970), una Intercontinental, una Interamericana y el Metropolitano de 1967—, la Bruja representó valores que hoy escasean: humildad, compromiso y pertenencia. Tras su retiro, siguió vinculado al club, trabajando con las divisiones juveniles y transmitiendo su legado a las nuevas generaciones.
Verón no solo dejó una huella en la cancha, sino en lo que significa ser de Estudiantes. Fue familia. Literal y simbólicamente. No solo por la camiseta que heredó su hijo Juan Sebastián, sino porque supo enseñarnos —con hechos— que ser Pincha es un modo de vivir, de sentir, de estar en el mundo.
Gracias, Juan Ramón, por tanto.
Tu magia queda para siempre en el corazón de Estudiantes, y en todos los que entendemos que este club es mucho más que fútbol: es historia, valores y pasión heredada.
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